Francisco Masó

En el mundo contemporáneo las sociedades se desarrollan sobre la base de la integración y la socialización de la información. Asimismo, la Internet se desempeña como plataforma de intercambio mediático y espacio de interactividad mediante las redes sociales (MySpace, Twitter, Facebook) y los sitios webs, permitiendo con ello un consumo significativo de materiales audiovisuales -online- entre los cibernautas. Sin embargo, en otras sociedades, se proyectan realidades diferentes. Por ejemplo, en Cuba –un país económicamente subdesarrollado– el flujo de información y las dinámicas de intercambio audiovisual poseen características específicas. Varias son las condicionantes que influyen en este sentido: la escasez de sitios gubernamentales de distribución, el desfasaje temporal en la exhibición de estrenos en los lugares oficiales y el difícil acceso a los espacios virtuales de consumo en Internet (YouTube, Vimeo) debido a las barreras tecnológicas, es decir, conexiones lentas y costosas. Consecuentemente, en aras de suplantar las deficiencias de la circulación audiovisual del contexto, se han generado vías alternativas de consumo en la sociedad.

Constantemente copiamos de nuestros amigos, familiares, compañeros y conocidos archivos de películas, documentales, novelas, series y shows intentando acumular en nuestras arcas de datos los audiovisuales más preciados, como una suerte de protección o talismán contra la desaparición total de la información. En esta realidad caótica de formas desordenadas[1] donde la información significativa escasea, en menor o mayor medida, hemos desarrollado una personalidad compulsiva que copia la mayor cantidad de archivos posibles -necesarios e innecesarios- para asegurar el acceso a ellos posteriormente.

A través de la explotación de los canales humanos, en el contexto cubano la información transita de mano en mano, generando un intercambio de tipo personal movido por la incesante necesidad de almacenar en CDs, DVDs, memorias flash y HDDs. Ante el miedo de no encontrar, hemos desarrollado El Síndrome de Acopio de Gigabytes[2] como respuesta “inconsciente” a una realidad colmada de inaccesos. Pero, sin dudas, esta relación interpersonal de nuevo tipo ha demostrado su efectividad en el consumo de archivos de video y deviene forma dinámica de distribución gracias al influjo de las nuevas tecnologías. Del mismo modo, propicia el acercamiento directo con el consumidor no solo como resultado de la constante evolución de conceptos básicos de mercadotecnia (oferta y demanda), sino además, de las experiencias aprehendidas durante el contacto con el público y sus necesidades.

Los negocios dedicados a la piratería audiovisual se han expandido en el tejido social cubano, renovando las antiguas estructuras de distribución de los bancos de películas e ideando modos de circulación idóneos para un producto -pirata- complejizado. Los bancos de películas, hoy, convertidos en casas post postproductoras[3] han establecido una atractiva operatoria mediante un producto pensado desde la cubierta y menús hasta el servicio de atención al cliente que incluye. Ello permite el consumo de un producto “original” de increíble factura y además, bueno, bonito y barato[4] . Huelga señalar que, en la búsqueda de un sello “profesional”, cada post postproductora adopta un logo o determinadas señas. Con ello, por un lado, logran identificarse dentro de su radio de acción, mientras que por el otro, permiten visualizar los territorios alcanzados por sus re-creaciones audiovisuales.

Pero, aun cuando estas células de distribución han establecido un sistema alternativo de consumo audiovisual -para equiparar los atrasos tecnológicos del contexto- a su vez, han generado cambios estéticos negativos con serias repercusiones perceptivas en el receptor, desplazando los límites visuales de lo estéticamente “normal”. Por tal motivo, ha sido necesario articular modos de resistencia utilizando algunos de los medios de distribución y circulación desarrollados por los bancos piratas, desde la promoción del Proyecto Post PostProducción[5], que investiga las encarnaciones de la piratería en nuestra sociedad y el sistema de relaciones que establece. A propósito, en esta ocasión, no es casual que se utilice un paquete semanal -una de las formas de tráfico de audiovisuales más dinámicas en la actualidad- como pretexto para el intercambio directo con el público.

Paquete Semanal es una acción que intenta convertir al público en cliente de un servicio gratuito, pues brinda la posibilidad de copiar de ordenadores disponibles algunos de los programas televisivos de la semana (Caso Cerrado, Nuestra Belleza Latina, et. alt.) grabados de los canales extranjeros vía satélite. Esta iniciativa, es la primera de un conjunto de operatorias destinadas a: desmontar las formas de consumo audiovisual de la población en instituciones culturales, reproducir las relaciones que se establecen en el intercambio de material lucrado y convertir la relación artista-público en una relación de servicio proveedor-cliente.

Está concebido que cada archivo copiado del paquete se convierta en vehículo promocional del Proyecto Post PostProducción, a través de un slideshow -inserto en los materiales- realizado con los carteles y textos de las videos que lo integran. De este modo, estaría trazada una estrategia operacional dirigida a concientizar el fenómeno de la piratería desde la articulación de sus mecanismos de desarrollo, improvisados por el individuo y su necesidad de consumo, en un contexto donde la carencia matiza la realidad.

Referentes
[1]Se refiere a la estética del DVD pirata, construido por formas no armónicas visualmente.
[2] Se toma como referencia el Síndrome de Acaparador Compulsivo o disposofobia: trastorno psicológico caracterizado por la tendencia a la acumulación de artículos u objetos (implica la incapacidad para deshacerse de ellos) de forma excesiva, incluso si los objetos no tienen valor, son peligrosos o insalubres.
[3]Las casas post postproductoras son locales particulares donde se realiza la post postproducción (re-edición y quemado) de los materiales audiovisuales. Cada casa post postproductora posee un logo representativo, por ejemplo un escorpión identifica a Scorpion Production.
[4] Luis Gárciga y Luis Miguel Moya. Bueno, bonito y barato. Mayo, 2006.
[5] Proyecto Post PostProducción (PPPP) es una propuesta encaminada a la investigación de la piratería audiovisual en Cuba, y su repercusión en la percepción colectiva, saturada de materiales digitales (películas, documentales, novelas, series, shows, etc.) manipulados por las variantes de negocios underground existentes en la sociedad. PPPP propone mostrar las estructuras que sustentan el fenómeno, y formular modos de resistencias adoptando las formas estéticas y mecanismos generados por él.
Notas
Este texto fue publicado originalmente en el libro Proyecto Post PostProducción.